GRACIAS A TODOS NUESTROS LECTORES

25 de abril de 2011

Una noche sacrosanta


Recital sacro

Por Grace Gálvez Núñez

Me bastó una sola noche para vivir toda la redención de Semana Santa. Con cinco versiones diferentes del Ave María compuestas por Franz Shubert, Charles Gounod, Pietro Mascagni, Giulio Caccini y W. A. Mozart, e interpretadas por magníficos tenores y sopranos peruanos, sentí toda la fe y la pasión de este fin de semana espiritual.
La agrupación Novo Cantus Lyricus presentó su «Recital sacro: temas líricos pop, soul y gospel» y se llevó las palmas de un exigente público, que, a falta de butacas, no vio problema en sentarse en el piso del auditorio del ICPNA de Miraflores este último miércoles, para poder apreciar el concierto.
El espectáculo de casi tres horas de duración logró tocar mi alma, y pude sentir todo el amor y la devoción que los creyentes tienen para componer temas tan profundos como Oh Dios eucaristía (Himno del Congreso Eucarístico) y María tú (canción mariana), los cuales —lo confieso— hicieron que rompiera en llanto.
Los cantos de los tenores, sopranos y barítonos, acompañados de la excelsa interpretación pianística, hacía nudos en mi estómago. Cada vez que los artistas elevaban sus voces líricas y las ondulaban hasta llegar al firmamento, sentía una mezcla de alegría y sobrecogimiento indescriptibles.
Aquí deseo destacar la performance del tenor José Antonio Alcazaba en dos temas: Panis angelicus (de César Frank) y Por ti seré (You raise me up de Josh Groban). El segundo logró la ovación de la sala entera. «Cuando me vi desnudo y sin aliento / arando un mar desierto y sin amor, / cuando pensé que mi alma había muerto / llegaste tú como la luz del sol. / Por ti seré mas fuerte que el destino, / por ti seré tu héroe ante el dolor. / Yo sin ti estaba tan perdido. / Por ti seré mejor de lo que soy». Y aplaudí de pie.
Una de las mejores versiones del Ave María (la de Giulio Caccini) la interpretó la soprano Carol Caviedes, con el acompañamiento del pianista Aldo Guardia. Ella también se llevó las palmas de un público conmovido por aquel timbre de voz claro y brillante, con el que se aclamaba innumerables veces a la madre de Dios.
El tenor José Mendieta sobresalió con La plegaria de F. M. Álvarez: «Cuando a mí llegue la hora suprema, / madre sin mancha del redentor, / haced entonces que, Virgen santa, / antes que cierre mis ojos Dios, / haced que vea rodeados de luz / y entre los tules del arrebol / los tres divinos fieles amigos, / los tres amores que ángeles hijo, / los tres amores que Dios me dio: / amor al hombre, amor de patria, / amor de patria y de Dios».
Finalmente, los tenorísimos Mario Valdieviezo y Sergio López —con Cómo no creer en Dios y Tiene tus ojos madre, respectivamente— entonaron impresionantemente las piezas operísticas, como lo hacen los grandes. Asimismo, las sopranos Sonia Pereyra con Amazing grace de John Newton y María Angélica Navarro cantando el Domine Deus del gloria de Antonio Vivaldi con el piano de Guillermo Amésquita, inundaron la sala de gracia y de paz.
Sin duda, un recital memorable que resumió para mí todo lo que significan estos días para los miles de fieles que depositan su fe en Dios y esperan su milagro. Yo tuve la oportunidad y la suerte de presenciar dos milagros: el arte de la ópera y, a través de él, la esperanza de que se puede lograr un mundo mejor.

22 de abril de 2011

Up and Coming Tour

Paul McCartney en Buenos Aires (Argentina) el 10 de noviembre del 2010.

Paul McCartney llega a Lima


Por Miguel Angel Villanueva

Llegó por primera vez a Lima. Paul McCartney ofreció su concierto en un pequeño coliseo. Sin embargo, durante la prueba de sonido, hubo una serie de desperfectos técnicos. Llegó un momento en que la gente comenzó a retirarse del lugar. Increíble, pero así ocurrió.
Paul —motivado por su buen carácter y para no desilusionar al frío público limeño— de inmediato puso en marcha un plan de contingencia: reparó toda falla que encontró en el escenario con la consigna de no dejar una pésima impresión en Lima, a pesar de no ser culpa suya, sino de los organizadores del evento.
Al ver esta reacción en Paul, el público peruano empezó a volver al local y a sus asientos. Apreciaron el esfuerzo del beatle, que estuvo preocupado por la maquinaria deficiente del pequeño coliseo. La sala, que quedó casi vacía, se llenó nuevamente. Un artista de la clase de Sir Paul McCartney no podía defraudar jamás a su público, en la vida, nunca.
Tuve la oportunidad de hablar con él. Quería saber qué había pasado. Entonces Paul —con su español esforzado y bien intencionado para obtener una buena comunicación— accedió a darme la mano. Me saludó y pude tomarme una foto con él. ¡Extraordinario! Cumplí mi máximo deseo. Mi hermano también llegó y le dio un gran abrazo. Paul mostró buen humor ante nuestros sinceros y especiales saludos como fans.
Efectivamente, tuvimos el privilegio de presenciar la prueba de sonido una vez que se arreglaron los desperfectos. Recuerdo el tema «A routine day» del grupo inglés Klaatu, interpretado muy bien por nuestro querido Paul. Al terminar el soundcheck, quise preguntarle sobre la historia en torno al tema, que se creyó era de los Beatles. Los críticos aseguraban que los cuatro grandes de Liverpool habían vuelto al circuito musical en 1978 —luego de 8 años de separación— con dicha canción. Ante mi insistencia, Paul me pidió que lo espere, pues andaba ocupado.
¡Qué felicidad haber conocido a un ídolo real! Fue inigualable. Fantástico. Fue tan fantástico que… desperté. Se trataba de un sueño. Un sueño producto de mi ansiedad y emoción por saber que Paul McCartney vendrá a Lima y lo veré nuevamente, pero esta vez —y al fin— en mi Perú.

Paul en Buenos Aires: un artista noble

Nada más sublime, celestial e inexplicable me sucedió el 10 y 11 de noviembre del 2010. Luego de años de conocerlo a través de su música, documentales e interminables lecturas sobre su vida y obra, pude concretar esta cita esperada desde mi niñez: ver a un beatle en vivo y en directo, y por partida doble. Fue visible, palpable, único, majestuoso y sobrenatural.
Cuando supe que Paul no vendría a Perú en su gira por Sudamérica, tomé el primer avión a Buenos Aires. Tuve la suerte de presenciar los dos días de concierto. El estadio River Plate lució lleno, parejo, desbordante, inquietante y, sobretodo, cálido para con el ídolo. Dentro de este contexto musical fue interesante analizar al gran Paul. Y lo más impresionante de todo fue justamente eso: todo.
Me sorprendió que Paul, durante tres horas de espectáculo, no tome ni una gota de agua. Se fue un par de veces del escenario casi al final del evento, para luego volver y atender a las más de 50 000 almas que clamaban, delirantes, su retorno.
Si tuviera que calificar el comportamiento de Paul McCartney en escena con una frase, esta sería: respeto por sus fans. Paul quiere retribuir sobremanera el cariño que le brindan sus millones de seguidores. Él necesita conectarse con ellos, interactuar. Esto se evidenció cuando contestaba entusiasmado a cada grito. Inclusive, cuando el público le coreaba barras, se detenía, se agarraba la barbilla, escuchaba con atención y asentía con alegría.
«Hoy voy a hablar español... pero voy a hablar más en inglés», explicó Paul al inicio del concierto. Fue emocionante oírlo hablar castellano, pues muy pocas veces lo hace. Esta fue mi oportunidad de escucharlo hablar mi idioma. Sentí una tremenda satisfacción por ello.
Ese es Paul McCartney, no «Macca» como pésimamente lo llaman algunos medios. Es un artista sencillo y noble que sólo quiere seguir compartiendo su música con quienes lo aman, con quienes lo admiran. Con nosotros que lo conocemos: sus amigos.
Considero que en Perú interpretará una lista de canciones similar a las que tocó en Buenos Aires. Con la experiencia previa que tuve en esa fascinante ciudad argentina, tengo la seguridad de que aquí nos espera un espectáculo impresionante. Si usted es uno de los afortunados en haber adquirido una entrada —ya sea lejos o cerca del escenario— pues no volverá a ser el mismo después del concierto. Lima no volverá a ser la misma. Mi país no volverá a ser igual.

6 de abril de 2011

La importancia de cultivar una buena ortografía



La mala educación

Por Grace Gálvez

«Por un Medio Hambiente sin CONTAMINACION». ¿Cuántas violaciones a las reglas ortográficas del español puede detectar en este anuncio verídicamente publicado por una entidad estatal?
Un error salta a la vista: es inevitable no espantarse por esa h abominable. Sin embargo, el uso indiscriminado de las mayúsculas también es un yerro común, así como la ausencia de la tilde en la palabra «contaminación», pues, a pesar de estar en altas, debe respetar las normas de tildación.
Estas fallas son muy cotidianas y ahora las podemos apreciar por doquier en esta inundación de propaganda política plagada de horrores ortográficos y gramaticales. No obstante, nos parece normal leer un anuncio como «¡A Los VIOLADORES Les Llegó La Hora!», pues a simple vista comprendemos el mensaje.
Entonces, ¿para qué preocuparse de escribir correctamente? El uso correcto de nuestro lenguaje no sólo demuestra nuestra cultura y buena instrucción, también contribuye a que podamos conservar sus reglas y estándares para que así no se tergiverse y terminemos todos sin entendernos.
Después de todo, ¿no son acaso las palabras las que usamos a diario para expresar nuestros pensamientos o sentimientos? Considero que todo aquel que no conozca las reglas ortográficas y gramaticales básicas de su propio lenguaje, es una persona incapaz de comunicarse correctamente con los demás.
Aquí tenemos algunos ejemplos de lo que se puede leer en los gigantescos paneles publicados por algunos aspirantes al Congreso: «Cómo el mediodía clara y sin sombras», «Son nuestras, son sanas... valóralas! La Profe. Antonietta», «TIA JULIA. La SUPER DEFENSORA de los Niños, REGRESA...», «La mitad La quiere. TODOS la respetan. Lucha cuculiza», «Defenderé los Derechos de la Familia "Con Dios el Perú será Grande"», «Chris castillo Congresista joven. Este panel no me lo tumban ! Sorry, pero la Verdad es Primero!»
Quienes hayan recibido un shock cerebral, me comprenderán. Analicemos: ¿por qué se tilda el adverbio de modo «como»?, ¿por qué se obvia la abertura del signo de admiración?, ¿por qué se usa tan descontroladamente las mayúsculas y se omite a la hora de escribir un apellido?, ¿por qué se le pone un punto al término de la palabra «profe» como si se tratara de una abreviatura?, ¿por qué no tildan las palabras «tía» ni «súper»?, ¿por qué se deja un espacio entre una palabra y su signo de admiración?, ¡¿por qué Dios, por qué?!
Si quienes desean fervientemente representarnos como máximas autoridades del Gobierno maltratan al lenguaje de esta manera, ¿qué se puede esperar de los demás? ¿Tomamos esto en cuenta a la hora de votar? ¿Qué ejemplo nos están dando?
Propongo que pongamos especial atención a nuestra ortografía y gramática de ahora en adelante. Demos el ejemplo. No basta con leer mucho como se recomienda siempre, sino que debemos practicar la redacción: escribir. Y puede comenzar con sus conversaciones vía Messenger, por ejemplo. Nada le cuesta dejar de «abreviar» palabras.
Después de todo, ¿qué sería de la humanidad si no pudiésemos entendernos entre nosotros?
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