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13 de febrero de 2013

Gonzales Izquierdo: "No hay burbuja inmobiliaria"

Economista Jorge Gonzáles Izquierdo:
«No hay ninguna burbuja inmobiliaria»*

Por Grace Gálvez Núñez

Un completo balance del año que pasó y las perspectivas económicas para el 2013, fue lo que nos brindó el reconocido economista Jorge Gonzáles Izquierdo sobre los temas más importantes del momento: el boom inmobiliario, la inclusión financiera, la minería, la Bolsa de Valores de Lima, el empleo, los TLC y la repercusión de la sentencia de La Haya en el país. Todos atentos.

Se habla mucho de que se estaría produciendo una «burbuja inmobiliaria» en el Perú. ¿Es cierto?
Una burbuja es cuando el precio de un activo se despega de sus fundamentos, impulsado por factores especulativos. Por ejemplo, corre un rumor de que una empresa se está trayendo un gerentazo del extranjero, que va a cambiar la empresa para bien. Entonces mucha gente empieza a especular que la empresa va a mejorar y el precio de la acción va a subir en el futuro, y todos dicen: «Mejor compro ahorita que está barata, para que cuando suba la acción en el futuro, yo me gane esa plata». Y te hacen subir hoy el precio de la acción, te la despegan de su fundamento por especulación. Se dice que allí hay burbuja porque hay aire, no hay nada que lo sostenga, simplemente un rumor, un dato.
Aplicando ese concepto al sector inmobiliario, te puedo decir que hoy y siempre, desde el 2012, no hay ninguna burbuja inmobiliaria, porque los precios por metro cuadrado de los terrenos, casas o departamentos, han subido por dos razones: primero por una gran expansión de la demanda, impulsada por otra expansión igualmente grande del crédito hipotecario; y segundo, porque el precio de los terrenos ha subido fuertemente porque las municipalidad no están dando mayores habilitaciones. Por eso los terrenos son cada vez más escasos y ¿qué le pasa al precio de algo que escasea? Sube.

Entonces ¿es posible hablar de una cercana crisis hipotecaria?
No, todavía no, porque el déficit habitacional en el Perú todavía es muy grande, supera el millón de viviendas a nivel nacional. Mientras ocurra esto no puede darse crisis alguna, porque todas las habitaciones que se hagan se van a vender.
En donde sí hay que entrar, es a bucear en los segmentos. Las viviendas para los segmentos A y B, que son los de mayores ingresos, van a seguir subiendo pero a un ritmo menor, ya no como en los últimos cinco años. Sin embargo, los precios de los sectores C y D sí tienen para seguir creciendo a tasas relativamente altas, entre 5 a 10 por ciento por año en aumento en el precio, que es un aumento apreciable.

¿Es peligrosa la gran expansión del crédito hipotecario?
Te he dicho que al 2012 no hay burbuja inmobiliaria, pero eso no quiere decir que no pueda ocurrir el 2014, 2015 o 2016. ¿De quién sería esa responsabilidad? En primer lugar de los bancos, porque no estarían evaluando correctamente el riesgo de a quién le prestan; y segundo, de la Superintendencia de Banca, Seguros y AFP (SBS), porque no estaría supervisando correctamente a los bancos para poder tirarles un jalón de orejas cuando están muy manirrotas.

¿Están haciendo un buen trabajo ambos entes?
El Banco Central de Reserva y la SBS ya han tomado y siguen tomando medidas para que el crecimiento del crédito hipotecario baje sustancialmente su crecimiento. A diciembre de este año se estima que los créditos hipotecarios estarían creciendo cerca del 40 por ciento, es una barbaridad, entonces ya las autoridades están tomando las medidas del caso para que esa tasa vaya declinando.
Por lo tanto, es probable que en el futuro ocurran dos cosas: cueste más pedir un crédito hipotecario y se haga más difícil acceder a él, porque entre las medidas que está tomando la SBS es que está obligando al cliente a dar más cuota inicial. Ahora se estaba pidiendo un 10 por ciento y en algunos casos cinco, la SBS está requiriendo que sea un mínimo de 20 por ciento.

INCLUSIÓN FINANCIERA

Aún hay muy poco porcentaje de la población que tiene tarjetas de crédito, pero la SBS trabaja en la llamada «inclusión financiera» para que se revierta esta situación.
Se estima que hay seis millones de peruanos que tienen tarjetas de crédito, de una población de 30 millones y de una fuerza laboral de 16 millones. Entonces es una porción minoritaria. Pero allí tienen que ser muy cuidadosos los bancos y la SBS en fiscalizar eso.
Acaban de salir un par de estadísticas muy interesantes en el tema de tarjetas de crédito: las personas que tienen deudas de 800 soles hacia abajo, son las que más se atrasan en sus pagos y las que tienen deudas de 2500 hacia arriba, son las que menos se atrasan en sus pagos. Segundo, las personas que tienen líneas de crédito hasta 2000 soles, son las que más se atrasan en sus pagos y los que tienen líneas de crédito superiores a los 2000 soles, son los que menos se atrasan en sus pagos. ¿Qué significa esto? Que los sectores de menores ingresos siguen siendo muy riesgosos, se atrasan más en sus pagos. Así que mucho cuidado con eso de inclusión financiera.

Esto incluye hacer operaciones financieras por celular.
Eso sí es un salto tecnológico muy avanzado, se hablaba de hacer operaciones financieras en general utilizando tu celular o vía internet. Eso es muy positivo, pero paralelo a eso hay que impulsar también que se desarrolle la tipificación de los delitos informáticos. Tienen que ir paralelos los dos, porque si va muy apresurado el cambio tecnológico en este tema, puede haber un montón de gente que engañe.

MINERÍA

En cuanto al sector minería, se dijo que hay una fuerte suma de dinero que no va a entrar al Perú.
Según cifras oficiales del BCR, entre el 2012 y el 2014 están programados proyectos de inversión por 51 mil millones de dólares, y la mitad es sólo de la minería. O sea más de 25 mil millones de dólares estaban programados para esos tres años. Y si tú a minería le sumas gas y petróleo, el 70 por ciento de esos 51 mil millones son recursos naturales.
Sin embargo, ha salido una cifra no oficial soltada por la Sociedad Nacional de Minería Petróleo y Energía de que unos siete mil millones de dólares programados para invertirse en el 2012 se han retrasado, o sea se pasarían al 2013, pero no por motivos políticos ni sociales, sino por problemas de excesiva burocracia interna, papelería, trámites, demora en aprobarte cada paso.
¿Cuál es la lección? Que si quiero viabilizar estos 51 mil millones de dólares, tiene que hacerse un gran trabajo, que no se ha hecho, de simplificación administrativa. Sino vamos a tener que la gente está queriendo entrar y tú te das el lujo de decirle «espérate un ratito».

En ese monto de inversión, ¿está incluido Conga?
No está Conga. Conga no ha hecho ni cosquillas.

El conflicto por Conga no ha afectado.
No, porque los inversionistas han visto que la posición del Gobierno es defender a la minería, es hacer que los proyectos mineros vayan. Si en cambio lo hubiera visto dubitativo, si hubiera sido el Humala candidato, allí sí. Pero como han visto al Humala presidente, confían en que el Gobierno va a impulsar estos proyectos, va a apoyarlos. Por eso es que Conga no le ha hecho mayor mella al tema de la confianza en tema de los proyectos.

BOLSA DE VALORES DE LIMA

¿Cuál es su perspectiva respecto a la Bolsa de Valores?
El problema de la Bolsa es que es mineralizada, porque el 75 por ciento de las transacciones que se realizan tienen que ver con productos mineros. Entonces, lo que pasa a la minería en el Perú y sobre todo en el mundo, repercute acá. Si el precio del oro sube, la bolsa sube. En ese sentido, la BVL es muy pequeña y muy poco profunda.
Sin embargo, han dado un paso muy interesante: integración. Se ha integrado con la Bolsa de Valores de Bogotá, Colombia y con la Bolsa de Valores de Santiago de Chile. Entonces esa poca profundidad la van salvando integrándose, es un paso importante y muy positivo.
Otra cosa, es que creo que las pocas empresas públicas que quedan deben cotizar en la Bolsa. Petroperú se la pasa anunciando: «Ya voy, ya voy», pero nunca va. Hace años está con eso. Sería bueno que Petroperú comience a cotizar en la Bolsa porque eso obliga a la empresa a ser muy transparente, la Bolsa te exige y eso es bueno porque pone en orden a una empresa pública.
Desde acá hago votos para que, a la brevedad posible, Petroperú comience a cotizar en la Bolsa. Le va a hacer mucho bien al país.

CRECIMIENTO

Usted dijo que el 2012 se cierra con un crecimiento de 6.3 por ciento o más, a pesar de las crisis. ¿Quién está haciendo crecer al Perú?
Es la demanda interna que está creciendo fuerte y, dentro de la demanda o gasto interno, está la producción del empleo. Son dos los actores que impulsan la demanda interna: el sector privado y el público. En el caso nuestro sería el privado y, dentro de él, el gasto de consumo y el gasto de la inversión, en ese orden.
Pero si yo gasto más, tengo que tener plata. ¿Quién está impulsando el gasto privado y el crédito? La entrada masiva de capitales del extranjero, que se cristaliza en que la expansión está muy fuerte. Porque dólares que vienen al Perú no vienen volando, sino que entran en el sistema financiero que los captura y así tiene más dólares para prestar. Esa es una de las razones por las cuales el crédito hipotecario, el vehicular y el de consumo está creciendo a tasas muy altas. Entonces, si tú tienes más crédito, gastas más.

¿Por qué no nos afectan las crisis actuales?
Primero porque la crisis mundial no es tan fuerte. En el 2008 nos hizo caer, porque Estados Unidos se cayó. Hoy Estados Unidos está creciendo, lento, pero crece. Lo único que se cayó ha sido la Eurozona, que no es tan importante en el mundo. Importante es Estados Unidos y China, y los dos están creciendo. No están en recesión. Esa es la razón por la cual el mundo se esta desacelerando y nosotros estamos creciendo.

EMPLEO

También ha crecido el empleo.
El empleo ha crecido en cuatro por ciento el 2012, pero lo único que se mide en el Perú es el empleo formal urbano. No se mide en el campo ni en el rural. Esa cifra, con dos características: los que más han creado trabajo en Perú son la gran empresa, en primer lugar, y la mediana empresa. Ya al final la pequeña empresa. Segundo, es la región de Lima donde se crea más trabajo.

¿Es posible hablar de descentralización?
Según cifras del congresista Eguren, al 2012, el 45 por ciento del PBI peruano, de todo lo que el Perú produce, se hace en Lima. O sea que la centralización sigue fortísima. La regionalización no está dando sus frutos.
El problema ha sido desde la época de Toledo: nadie tuvo el coraje político de hacer lo que te dice la economía, que las regiones son aglutinamientos de territorios. En Perú teníamos 24 departamentos, ahora tenemos 25 regiones porque hasta al Callao lo han hecho región. Es una burla. En el Perú debería haber ocho o diez regiones, no más, porque tienes que aglutinar.

TLC

Hemos firmado importantes Tratados de Libre Comercio (TLC) durante el 2012.
Un TLC no es otra cosa que la apertura de un ventanal de oportunidades. Los TLC no te van a hacer exportar más ni importar más, simplemente te amplía tus oportunidades con otro país de hacer negocio en condiciones preferenciales.
¿Cuánto de provecho le sacas? 10, 50, 80 por ciento… dependerá del Perú, de cuan competitivos somos y allí tenemos graves problemas porque en el Perú las únicas que son competitivas son las grandes empresas. La micro y la pequeña empresa no van a usar casi nada de los TLC en los próximos diez años. ¿Quiénes son los que les van a sacar provecho? Las grandes empresas y, en menor medida, la mediana empresa. Pero la pequeña y la micro no, porque sus niveles de competitividad son muy bajos para salir a exportar.
Lo otro es que espero los TLC que hayan estado bien negociados, porque si sólo al amparo de un TLC vas a seguir exportando materias primas, pues has fracasado. Para exportar materias primas no necesitas TLC alguno. Se venden solitos. ¿Para qué necesitas TLC? Para exportar industria.
Las últimas cifras de un estudio de la Universidad Pacífico con Centrum y la Católica han estimado el déficit en infraestructura en el Perú en 88 mil millones de dólares. Con ese déficit no puede haber competitividad. Casi la mitad de ese déficit es energía y una cuarta parte es telecomunicaciones. O sea que tenemos mucho que hacer en aumentar la competitividad del aparato productivo peruano.

LA HAYA

¿Cree que la sentencia de La Haya afectará nuestras relaciones comerciales con Chile?
La política y la economía van por «cuerdas separadas» desde la época del presidente Toledo. Dos muestras: la aprobación del presidente Toledo era cinco por ciento y la economía iba muy bien, y en el caso de García, la economía iba muy bien y su aprobación era muy baja. Lo normal sería que si la economía va muy bien, entonces la gente va a aplaudir al presidente, pero no, acá son cuerdas separadas. Está bien que sea así.
Entonces cualquiera sea el resultado del tribunal de La Haya, yo creo que no va a afectar ni las relaciones comerciales con Chile ni las financieras ni las de inversión, a menos que haya guerra, allí sí todo se trunca.
Según cifras oficiales del Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile, dice que en el Perú hay más de 11 mil millones de dólares de inversión chilena. Eso se tiene que cuidar.
Sobre las inversiones del Perú en Chile, no hay cifras oficiales. He escuchado cifras de mil millones de inversión, hasta cifras de ocho mil millones que por supuesto no las creo. Pero no ha salido un órgano oficial que diga cuánta inversión tiene Perú allá.

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*Entrevista publicada en la edición especial de Año Nuevo (1 de enero del 2013) en el diario Perú Shimpo.

12 de febrero de 2013

Sumo: guardianes de la tradición*


Por Miguel Angel Villanueva

La colectividad peruano-japonesa es una de las más grandes en Latinoamérica, después de la colectividad nikkei brasileña, la cual posee el mayor número de inmigrantes por esta parte del continente. Desde las primeras migraciones realizadas desde Japón hacia nuestro país, a fines del siglo XIX, pasaron ya varias generaciones que cultivaron las principales y más fuertes creencias, valores, costumbres, tradiciones, hábitos y actividades del pueblo japonés, que hasta el día de hoy —con sus descendientes en Perú— continúan.

El sumo es considerado hoy en día como el deporte nacional de Japón, pero es mucho más que eso. El sumo es un modo de vida, un estilo de vivir, una manera de percibir el mundo y una manera de enfrentarlo. Se trata de algo realmente místico y ceremonioso. De esto, ¿cuánto saben las generaciones más jóvenes de nikkeis peruanos? Probablemente sea poco o casi nada.

La pregunta se desliza y resalta por sí sola: ¿qué podemos aprender del sumo? La respuesta es complicada pero fácil de entender: podemos aprender muchísimo, desde la disciplina, la educación, la medicina deportiva, la caligrafía, el incremento de nuestra cultura general, la poesía, las reglas de honor y, aunque usted no lo crea, hasta una vida sana.

Un luchador de sumo es un deportista que tiene mucha flexibilidad y gran fuerza. Un rikishi es también un guardián de todo lo concerniente a lo ancestral, lo tradicional, lo sagrado. La sal es el arma utilizada contra los malos espíritus negativos, la cual se usa en los momentos previos al encuentro con el contrincante.

Desde Japón hasta la hacienda San Nicolás

El presidente de Supe San Nicolás Soogo Fujookai, Gerardo Miguita, cree firmemente que en los colegios de la colectividad nikkei debe ser practicado el sumo, ya que despierta el ánimo y crea una competencia muy limpia, además de valorar que no hay controversias de quién ha ganado o quién ha perdido, puesto que las reglas son muy claras.

Sus recuerdos son muy diáfanos respecto a la arena de sumo —área en la que pelean los luchadores— que existió en el colegio japonés de la hacienda San Nicolás, aquella zona ubicada en Supe, donde vivieron los primeros inmigrantes japoneses que llegaron a nuestra patria. Para don Gerardo sí existía un lugar para el sumo, a pesar de no haber visto una lucha profesional en la arena por aquellos días de su niñez.

La admiración que brota de don Gerardo por el sumo es notoria. Él dice que ve este deporte por televisión, sin dejar de resaltar lo limpio de la competencia, puesto que en lo que a lucha se refiere, en el sumo ninguno de los dos peleadores en combate muestra agresión y no llega a haberla, a comparación de otros deportes de combate como el box, por ejemplo.

Descubriendo el sumo

Recuerdo cuando recién entré a trabajar a Perú Shimpo hace más de cinco años y la realidad golpeó mi rostro. El mundo japonés era mucho más amplio y profundo de lo que yo me hubiera imaginado. Con relación al sumo, solamente sabía que dos seres humanos enormes «peleaban» en un espacio circular pequeño. No entendía la finalidad. Lo único que sabía era que existía el budokan y que en el mes de agosto de 1966 los Beatles dieron un concierto en ese recinto espiritual, lo cual no fue bien visto por los seguidores de esta disciplina milenaria.

Luego la curiosidad me llevó a descubrir que el budokan fue construido originalmente para la realización de la competición de judo en los Juegos Olímpicos de Tokio en 1964 y luego fue destinado al sumo. También descubrí que décadas antes se creó la Asociación Japonesa de Sumo, que es la que actualmente rige en este deporte a nivel profesional y vela todo lo concerniente a la preservación de las antiguas tradiciones dentro de esta disciplina-deporte. 

Así, poco a poco comencé a interesarme, observando el estilo de vida de los luchadores, los sacrificios, sus hábitos y la rigidez de sus rutinas; así como la manera en que se posicionan los luchadores antes de iniciar la lucha con el adversario, el rito que realizan y la manera cómo se prepara el rikishi a nivel personal. Realmente es impresionante.

Ahora puedo compartir lo expresado por don Gerardo Miguita, respecto a que el sumo podría inculcarse en la actualidad en los colegios peruano-japoneses que existen en Perú. Creo que el sumo podría inculcarse en la actualidad en los colegios peruano-japoneses que existe en Perú. ¿De qué manera? Pues en la disciplina, en la cultura general, en el honor y en la transparencia para enfrentar cualquier circunstancia desfavorable o adversa.

El sumo posee una gama de valores intrínsecos y características sobre un estilo de vida limpio y honorable que bien podrían ser inculcados o puestos como ejemplo. Se podría aprender mucho en meditación, en replantear ideas, en no actuar por actuar, sino buscarle un sentido a la vida, un orden necesario y urgente para nuestra sociedad.

En estos tiempos en que hemos sido invadidos por una avalancha y vertiginosidad de las comunicaciones, es menester inculcar un aprendizaje de valores tradicionales y honorables como los que se practican en el sumo.

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*Este artículo se publicó en la primera edición (noviembre 2012) de la revista Bunkasai, publicada por el diario Perú Shimpo.

11 de febrero de 2013

Pablo, el cosista


(Esta ponencia fue presentada en el Homenaje a Pablo Neruda el 18 de setiembre del 2012 en el Rincón Rojo de la Casa Mariátegui, junto a una exhibición de la colección de libros nerudianos de la autora).


Por Grace Gálvez Núñez*

Todos sabemos que Neruda fue un poeta y lo identificamos, sobre todo, por su poesía de amor. Quién no ha leído al menos uno de los Veinte poemas. Otros tantos conocen a Neruda por su poesía política, porque fue comunista o por sus distintos cargos como diplomático chileno. Sin embargo, creo que pocos saben sobre su sensibilidad por los objetos, su profundo afecto por determinadas cosas, su afán de coleccionista incurable.

Se trataba de una hermosa enfermedad, de una sublime obsesión que le llenaba la vida. Cuentan sus amigos más cercanos que Neruda jamás se detenía hasta alcanzar el objeto que deseaba. Y en caso el potencial vendedor se resistiera, sufría como un niño, pataleaba y no paraba de hablar de la pieza y de cuánto deseaba poseerla. Al final siempre conseguía lo que anhelaba, de las formas más inverosímiles que nos podamos imaginar.

Cuenta Matilde que una vez paseando por Temuco, Pablo se detuvo abruptamente para observar un zapato gigante en el escaparate de una zapatería. Matilde comprendió al instante que Pablo iniciaría la lucha por adquirirlo. Ambos se acercaron, saludaban al zapatero, le sonreían, lo miraban con afecto y él ni caso les hacía y seguía trabajando.

«Qué hermoso zapato tiene usted», exclamó Pablo. Inmediatamente el zapatero respondió: «No se vende ni se presta, sólo puede mirarlo». Pablo le dijo lo feliz que lo haría si le vendiera el zapato y resolvió dejarle su nombre y su dirección. «Tenemos que hacer algo, Matilde», repetía intranquilo luego de salir de la tienda.

Por la tarde, Matilde decidió volver a la zapatería y le contó al zapatero de su casa de Isla Negra y del amor de Neruda por los objetos. Finalmente le rogó que vaya al recital que Neruda daría esa noche. «No pierda su tiempo, señora», fue lo que le respondió toscamente.

Al día siguiente, Pablo y Matilde volvieron a la tienda y el zapatero inesperadamente corrió a abrazar a Pablo. «Quiero pedirle un favor», le dijo. «Déme el libro donde yo encuentre el poema La mamadre, dedíquemelo, será el precio por este zapato, que es suyo. Sólo usted debe tenerlo». Había ido al recital. Pablo fue amigo del zapatero desde entonces y cada vez que visitaba Temuco, lo invitaba a beber vino. Luego de sus reuniones, Neruda le decía a Matilde que este hombre era un sabio y que aprendía mucho de él. Este zapato gigante está actualmente en el bar de Neruda en su casa de Isla Negra.

Actualmente, las casas de Neruda son casas-museo: La Chascona (en Santiago de Chile), La Sebastiana (en Valparaíso) e Isla Negra contienen fascinantes colecciones de botellas, mascarones de proa, mapas, libros, cuadros, conchas marinas, máscaras, entre otros objetos, que sacan a la luz los gustos del poeta.

El año pasado, cuando visité Valparaíso, no pude dejar de ir a la tienda de antigüedades El Abuelo, a donde solía ir frecuentemente Neruda para incrementar su colección. Era uno de sus lugares predilectos. Allí me encontré con don Pablo Eltesch, hijo del fundador del negocio, quien ayudaba a su padre a atender a Neruda. Quién mejor que él para recordar las predilecciones de su tocayo.

Durante una larga y sublime conversación, me contó cuál habría sido la última compra que Neruda realizó en vida: el viejo molinillo de café que actualmente está en su casa de Isla Negra.

Resulta que en 1973, año en que Neruda nos dejó físicamente, el papá de don Pablo Eltesch compró un enorme molinillo de café hecho de fierro, con dos grandes ruedas a los lados y lo puso como símbolo del local puesto que sin duda llamaría la atención de los clientes. Apenas lo vio, Neruda quedó prendido de él y empezó la lucha. El dueño no quiso venderlo.

Esa misma tarde, la artista María Martner fue a la tienda a hablar con el dueño y muy seria le rogó: «Dele el último gusto al Poeta que está muy mal, véndale el molino». «A mi papá le dio no sé qué», narra Eltesch. «Pescamos el molinillo, lo echamos al auto y se lo llevamos a Isla Negra. Ahora está en el bar», nos cuenta orgulloso.

De las tres casas de Neruda, Isla Negra es la que más salta a la vista, puesto que tiene muchas más colecciones y se conserva casi todo originalmente, a diferencia de las otras dos que fueron destruidas durante la dictadura del genocida Augusto Pinochet y tuvieron que ser reconstruidas posteriormente.

Respecto a Isla Negra, Neruda dice: «La casa no sé cuándo me nació… era a media tarde, llegamos a caballo por esas soledades, don Eladio iba adelante, vadeando el estero de Córdoba que se había crecido. Por primera vez sentí como una punzada este olor a invierno marino, mezcla de boldo y arena salada, algas y cardos. Aquí… dijo don Eladio Sobrino (navegante) y allí nos quedamos. Luego la casa fue creciendo, como la gente, como los árboles».

Y claro que fue creciendo, pero hacia los costados. Esta casa fue diseñada para la vejez de Matilde y Pablo, puesto que no tenían que subir escaleras, sino caminar de largo. Esta casa tiene la particularidad de tener forma de tren, pues cada habitación es como un vagón.

Por el contrario, La Sebastiana, la casa de Valparaíso, fue creciendo para arriba y tiene forma de barco. Incluso tiene esas ventanas redondas que caracterizan a los navíos. Y para que la sensación sea más verosímil, en la parte alta de la casa donde está la biblioteca, Neruda mandó que el piso se construya inclinado, con madera que cruje como si de verdad estuvieras en un barco y este te meciera. Es increíble puesto que logró el efecto deseado. Me sentí mareada realmente.

«En mi casa he reunido juguetes pequeños y grandes, sin los cuales no podría vivir. El niño que no juega no es niño, pero el hombre que no juega perdió para siempre al niño que vivía en él y que le hará mucha falta. He edificado mi casa también como un juguete y juego en ella de la mañana a la noche. Son mis propios juguetes. Los he juntado a través de toda mi vida con el científico propósito de entretenerme solo», narra Pablo en sus Memorias.

Y continúa: «Mis juguetes más grandes son los mascarones de proa. Como muchas cosas mías, estos mascarones han salido retratados en los diarios, en las revistas, y han sido discutidos con benevolencia o con rencor. Los que los juzgan con benevolencia se ríen comprensivamente y dicen:
—Qué tipo tan deschavetado, lo que le dio por coleccionar.
Los malignos ven las cosas de otro modo. Uno de ellos, amargado por mis colecciones y por la bandera azul con un pescado que izo en mi casa de Isla Negra, dijo:
—Yo no pongo bandera propia. Yo no tengo mascarones.
Lloraba el pobre como un chico que envidia el trompo de los otros chicos. Mientras tanto, mis mascarones marinos sonreían halagados por la envidia que despertaban», finaliza.

Uno de los amigos a los que Neruda le encargó la compra de muchos objetos, fue a Jorge Edwards, conocido diplomático y escritor chileno, amigo de Mario Vargas Llosa. Edwards habla de este aspecto de Neruda en su libro Adiós, Poeta [cito]: «Era un coleccionista nato, incorregible, que dedicaba muchísimas horas al cultivo y al disfrute de esta inclinación. Yo, que nunca he sido coleccionista de nada, lo observaba con curiosidad, con diversión, con asombro y, a menudo, cuando el asunto me imponía trabajos y servidumbres que no había previsto, con franca irritación. A veces me preguntaba en qué consistiría, a qué obedecería esa manía casi tiránica, semejante al erotismo, capaz de imponer, como el erotismo, sacrificios importantes, pecuniarios y de toda índole, antes de conseguir su objetivo, que no era otro que la posesión contemplativa, voluptuosa».

Pero Neruda no solamente se dedicaba a la contemplación de sus objetos, sino que era un estudioso de ellos, de sus historias, de su pasado, de su confección. Esto se evidenciaba aún más con su colección de conchas marinas, que eran sus favoritas y por lo que se ganó fama de malacólogo que significa ‘especialista en moluscos’.

«En México me fui por las playas, me sumergí en las aguas transparentes y cálidas, y recogí maravillosas conchas marinas. Luego en Cuba y en otros sitios, así como por intercambio y compra, regalo y robo (no hay coleccionista honrado), mi tesoro marino se fue acrecentando hasta llenar habitaciones y habitaciones de mi casa», narra Neruda al respecto.

Y continúa: «Exageré este caracolismo hasta visitar mares remotos. Mis amigos también comenzaron a buscar conchas marinas, a encaracolarse. En cuanto a los que me pertenecían, cuando ya pasaron de quince mil, empezaron a ocupar todas las estanterías y a caerse de las mesas y de las sillas. Los libros de caracología o malacología, como se les llame, llenaron mi biblioteca. Un día lo agarré todo y en inmensos cajones los llevé a la Universidad de Chile, haciendo así mi primera donación al Alma Mater. Ya era una colección famosa. Como buena institución sudamericana, mi universidad los recibió con loores y discursos y los sepultó en un sótano. Nunca más se han visto», cuenta en sus Memorias el Poeta.

Al respecto, su gran amigo y camarada Volodia Teitelboim, cuenta: «Una noche llegó a la casa de Neruda el científico inglés Julian Huxley, que entonces era secretario general de la Unesco. Más alto que su hermano Aldous, lo vi entrar con ese talante de flema y dominio de las formas que caracteriza a algunos intelectuales británicos. Preciso, como estudiando a ese hombre animal raro que lo recibía en una casa tan particular, le dijo francamente de entrada: “A mí más que el poeta, me interesa en usted el malacólogo”. Neruda lo llevó a ver los caracoles y también las rutilantes mariposas. Escuché un diálogo inesperado. Era la conversación entre dos científicos, que sabían de todo respecto de esos seres del mar y del aire. Usaban con la mayor naturalidad sus nombres en latín. Comencé a descubrir en Neruda un conocimiento que no le suponía. Y concluí que sus libros sobre pájaros, su sabiduría respecto a la fauna de la tierra y de los océanos, su omnisciencia en plantas no era pura invención poética, sino que estaba fundada en un estudio serio, derivado de una observación apasionada de inagotables lecturas».

Pero además de amar los objetos y de tener amplios conocimientos sobre ellos, Neruda amaba a las gentes, sobre todo a los más pobres, y conocía también sus necesidades. Y aquí va la siguiente historia. Todo comenzó cuando un día, una mujer de aspecto humilde tocó la puerta de la casa de Pablo y le contó con gran tristeza que su esposo había muerto y lo único que había dejado era una mina de lapislázuli. Tenía ocho sacos y le había dicho a Pablo con una gran convicción, que sólo a él podía vendérselos. Pablo aceptó comprarlos, pero había un detalle: estos sacos estaban en la cordillera, muy cerca de la mina y la mujer no tenía los medios para transportarlos. Para Neruda esto no era un problema, sino toda una aventura. Matilde cuenta las peripecias que tuvieron que pasar para llegar hasta allí y lo peligroso que fue. «Yo venía bastante inquieta, mientras Pablo estaba encantado con esta aventura. Para él fue un día maravilloso y para mí un día de angustia y sobresalto», recuerda Matilde en sus memorias. Durante muchísimo tiempo no supieron qué hacer con todas esas piedras azules, hasta que un buen día se convirtieron en un bello mural hecho por la artista María Martner, que descansa arriba de la chimenea del Poeta coleccionista.

Un día cualquiera, le llegó una carta al Poeta. Quien le escribía le relataba las características exactas de dos esculturas de ángeles que poseía, también contaba quién había sido el tallador y que los copió de la Capilla Sixtina. Este tipo de cosas fascinaba a Neruda, quien sin pensarlo mucho tomó su auto y se dirigió con Matilde a ver en persona estas obras. Cuando llegaron al lugar, Neruda miró a los ángeles e inmediatamente dijo: «Son míos, me los llevo. Creo que este tallador los hizo para mí. Me estaban esperando». El dueño lo miró extrañado, no entendía la conexión del coleccionista Neruda quien inmediatamente reconoció algo que estaba destinado a ser suyo. «Cómo es de misterioso esto de coleccionar objetos», le decía Pablo a Matilde.

«Siempre he dicho que las cosas buscan a Pablo», narra Matilde. «Deseaba algo y al poco tiempo encontrábamos ese algo. Inesperadamente», agrega tras contar cómo consiguió este Poeta su mesa de trabajo. Fue durante una noche tormentosa en que Pablo divisó en el mar movido un madero. Pablo se puso nervioso y seguía con la mirada su ida y venida. El mar no se decidía si meterlo en sus profundidades o dejarlo en la orilla. «Yo quiero ese madero», decía. «No puedo perderlo». Finalmente el mar dejó al madero en la orilla y Pablo se reía como un niño. El mar le había entregado la que sería su mesa de trabajo. El madero era grueso, gastado por el mar. Neruda dio instrucciones exactas para la confección de su mesa. Cuando estuvo lista, la colocó en un lugar especial de su casa e hizo una fiesta para mostrar a sus amigos su nuevo tesoro. Cuando Pablo la mostraba, preguntaba: «¿No la encuentras extraordinaria?», pero nadie entendía por qué Pablo estaba tan fascinado con esa mesa. «No entienden nada, no ven nada», renegaba Pablo ante Matilde. Es que el Poeta era capaz de ver cosas que nadie más podía.

Quiero finalizar este discurso con dos anécdotas más que retratan a Poeta coleccionista de cuerpo entero. Durante los viajes constantes de Pablo y Matilde al pueblo, observaban siempre el movimiento de una locomotora en un aserradero, a unos 10 kilómetros de su casa de Isla Negra. Un día el dueño paralizó sus trabajos y abandonó la locomotora. Pablo, fascinado con esta gran máquina, buscó al dueño y le ofreció comprar la locomotora. El dueño se la vendió a muy bajo costo, creyendo que sería imposible que Neruda lleve este pesadísimo vehículo hasta su casa.

A partir de ese día, el debate diario entre los amigos de Neruda era la traída del «locomóvil». Nadie sabía cómo se podría transportar semejante cosa. Pasaron muchos meses, hasta que un grupo de muchachos llegó a la zona y se reunió con Pablo. Se enteraron del «problema del locomóvil» y decidieron hacer un plan para su traslado, guiados por ese brío que da la juventud. Ellos estaban fascinados con el tema y discutían sobre la cantidad de bueyes y de camionetas que se necesitarían. Pablo los interrumpía de rato en rato para decir: «que sean muchos bueyes en caso uno falle, que sean muchos jeeps en caso uno se malogre…», los muchachos reían a carcajadas y finalmente convinieron un día para traerlo.

Ese día Neruda y Matilde debían salir desde temprano y dejaron las llaves a los jóvenes. Neruda, incrédulo aún, dibujó un aspa en un lugar de su casa para que lo pongan allí cuando lo trajeran. Ya muy de noche, cuando la pareja volvió a casa, quedó inmensamente sorprendida al ver a la hermosa locomotora justo donde Pablo había pedido que la pusiesen. Esa noche no pudieron dormir imaginando cómo habían logrado semejante hazaña esos muchachos. Al día siguiente, el grupo de jóvenes contó que estuvo a punto de morir transportando el vehículo puesto que tuvieron que atravesar pendientes, bajadas y subidas, pero lo peor fue un puente endeble donde todos creyeron que caerían al río y terminarían en el hospital. Pero lo lograron. Le llevaron al poeta uno de sus más grandes juguetes.

Finalmente, y como para no olvidar el terror que se vivió en Chile a partir del 11 de setiembre de 1973, narraré lo siguiente: luego de los saqueos y la destrucción de las casas de Neruda ordenados por el genocida ya mencionado anteriormente, Matilde temía por una carga de libros, pinturas y otros objetos valiosísimos que llegarían desde Francia por barco al puerto de Valparaíso. Neruda compró todo esto con el dinero que obtuvo gracias al Premio Nobel, sin saber que llegarían después de su muerte.

Ante el inminente peligro que corría esta carga y en medio de esa repugnante dictadura, Matilde se dirigió valientemente a la intendencia chilena y habló con un almirante quien se comprometió a ayudarla. Esto obviamente fue un acto inútil y casi demencial, como lo describe la misma Matilde, puesto que cuando llegó el barco a Valparaíso este almirante nunca se comunicó con Matilde y más bien llamó a la prensa para que presenciara lo que dijo sería una carga de armas mandadas a traer por Neruda. Finalmente se destaparon los paquetes y no vieron más que libros, pinturas y vinos finísimos, los cuales, obviamente, fueron robados por los militares.

Y así podría continuar, queridos amigos, por mucho tiempo más, narrándoles tantas historias sobre Neruda y sus increíbles tesoros. Pero hoy me detengo aquí e invito a todos a conocer más de este niño grande, poeta del amor, poeta-político, poeta-comunista, poeta-coleccionista… en fin, los invito a conocer más sobre las maravillosas vidas de Pablo Neruda.

Lima, 18 de setiembre del 2012


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*Licenciada en Periodismo y estudiante de Lingüística de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Es Responsable de Prensa, Difusión y Comunicaciones de la Asociación Una Biblioteca para mi Pueblo. Nerudiana de corazón. Es una joven coleccionista de las primeras ediciones de los libros de Neruda y de todo lo que se escribe sobre él. Durante el 2011 hizo su primer recorrido por las tres casas de Pablo Neruda en Chile: La Sebastiana, La Chascona e Isla Negra, y se entrevistó con personajes que conocieron al Poeta.

El humanismo de Neruda*

(Esta ponencia fue presentada en el Simposio Pablo Neruda: a 38 años de su muerte el 2 de diciembre del 2011 en el auditorio principal de la Derrama Magisterial)

Por Grace Gálvez Núñez**


El título de mi ponencia, La influencia de Neruda en la juventud peruana, se orienta a explicar cómo el Poeta influenció en una joven peruana, en mí, y en cómo habría influenciado también en otros jóvenes como yo; pero más aún, se orienta a difundir entre todos los jóvenes aquí presentes el legado de este fecundo autor.

Es por ello que a lo largo de mi exposición hablaré sobre el humanismo de Neruda e intentaré adentrarme en sus almas para que sientan lo mismo que yo siento cuando leo a este Poeta, que dedicó su vida entera a entregar al mundo una voz, un grito, una caricia, un hombro: la poesía.

Yo conocí a Pablo Neruda a los nueve años, cuando mi hermana mayor trajo a casa una tarea escolar. Ella debía recitar el Poema 20 y practicó tanto conmigo, que yo también me lo aprendí de memoria.

«Puedo escribir los versos más tristes esta noche…». Y más adelante: «es tan corto el amor y es tan largo el olvido…». ¿Cómo va a ser tan corto el amor y tan largo el olvido? Estos versos penetraron tanto mi corazón y llenaron de preguntas mi cabeza.

Entonces me dije a mí misma, si hay un Poema 20, deben haber otros 19 y me empeciné en obtenerlos. Este fue el primer libro de Neruda que obtuve, costó un sol y algunos poemas están incompletos. No importó. Empecé a leerlos uno a uno. Y comencé: «Cuerpo de mujer / blancas colinas / muslos blancos / te pareces al mundo en tu actitud de entrega / mi cuerpo de labriego salvaje te socava / y hace saltar al hijo del fondo de la tierra…». ¿Qué es labriego?, ¿qué es socava? Este libro aún tiene estas y otras palabras marcadas que luego busqué en el diccionario.

Y seguí y finalicé con la «Canción desesperada». ¡Cuánto amor! ¡Cuánto desamor! He leído tantas veces ese libro y se sigue manteniendo fresco.

Así fue mi inicio. A partir de allí quería leer más de él, de Neruda. Así me encontré luego con los libros Cien sonetos de amor y Los versos del Capitán y sus poemas «La reina», «Bella», «Tus pies», «Tu risa»:

Quítame el pan si quieres,
quítame el aire,
pero no me quites tu risa.
No me quites la rosa,
la lanza que desgranas,
el agua que de pronto estalla en tu alegría,
la repentina ola de planta que te nace.
Mi lucha es dura
y vuelvo con los ojos cansados a veces de haber visto la tierra que no cambia, pero al entrar tu risa sube al cielo buscándome
y abre para mí las puertas de la vida.
Amor mío, en la hora más oscura desgrana tu risa,
y si de pronto ves que mi sangre mancha las piedras de la calle, ríe,
porque tu risa será para mis manos como una espada fresca.

Me encontré aquí con un Neruda que ya no sólo cantaba a la amada para expresar su amor y su pasión, sino que mezclaba ambos sentimientos con la lucha, una lucha que yo aún no comprendía.

¿Quién era esa mujer que provocaba en el Poeta la inspiración y la fuerza para seguir luchando? ¿Qué guerras libraba y contra quién peleaba? Resolví que para responder a mis preguntas, debía leer su autobiografía a la que tan certeramente tituló Confieso que he vivido.

Y me lo confesó todo. Era Matilde, Matilde Urrutia, la musa de aquellos versos, su más grande amor, la mujer que acompañó a Neruda los últimos 24 años de su vida, desde 1949 hasta 1973, y que inclusive lo sobrevivió para seguir luchando por doce años más.

¿Y cuál era la lucha? Desde que Neruda nació, amó a la naturaleza, a cada insecto, a cada planta, a cada mineral, y así a cada hombre y a cada mujer sobre la Tierra. Es por ello que su poesía estuvo al servicio de todos nosotros: fue un pañuelo para las gentes que sufren y fue un arma para las gentes que luchan. Neruda combatió cual soldado durante la Guerra Civil Española con su libro España en el corazón, Neruda cantó a la revolución Cubana con su libro Canción de Gesta, Neruda denunció las guerras y a los dictadores en sus decenas de libros y en sus innumerables poemas.

Y, como consecuencia de ese compromiso con su pueblo, el Poeta escribió en sus Memorias lo siguiente [cito]: «A fines de 1943, cuando volví a Santiago, vi que el país no había cambiado. Campos y aldeas dormidas, pobreza terrible de las regiones mineras y la gente elegante llenando su Country Club. Había que decidirse. Mi decisión me causó persecuciones y minutos estelares» [fin de la cita]. Y lo decidió: se hizo militante del Partido Comunista de Chile.

Así lo detalla él mismo en su autobiografía [cito]: «He llegado a través de una dura lección de estética y de búsqueda, a través de los laberintos de la palabra escrita, a ser poeta de mi pueblo. Mi premio es ese, no los libros y los poemas traducidos o los libros escritos para describir o disecar mis palabras. Mi premio es ese momento grave de mi vida cuando en el fondo del carbón de Lota, a pleno sol en la calichera abrasada, desde el socavón del pique ha subido un hombre como si ascendiera desde el infierno, con los ojos enrojecidos por el polvo y, alargándome la mano endurecida, esa mano que lleva el mapa de la pampa en sus durezas y en sus arrugas, me ha dicho, con ojos brillantes “te conocía desde hace mucho tiempo, hermano”. Ese laurel de mi poesía, ese agujero en la pampa terrible, de donde sale un obrero a quien el viento y la noche y las estrellas de Chile le han dicho muchas veces: “no estás solo; hay un poeta que piensa en tus dolores”. Ingresé al Partido Comunista de Chile el 15 de julio de 1945» [fin de la cita].

Se trataba entonces de un poeta que ya no es dueño de su poesía, pues su poesía le pertenece al pueblo. De un poeta dedicado a escribir sobre las injusticias, sobre la pobreza, sobre la miseria. Un poeta que reclama, que denuncia. Un poeta que habla de los olvidados: de los mineros, de los carniceros, de los barberos, de los agricultores. Y de un poeta que tuvo que enfrentarse, a causa de todo ello, a la persecución política, al destierro y a la muerte.

Y bien se lo advirtió a Matilde desde el principio de su relación, en el poema «El amor del soldado»:

Y ahora a mi lado caminando
ves que conmigo va la vida y que detrás está la muerte.
Ya no puedes volver a bailar con tu traje de seda en la sala.
Te vas a romper los zapatos,
pero vas a crecer en la marcha.
Tienes que andar sobre las espinas dejando gotitas de sangre.
Bésame de nuevo, querida.
Limpia ese fusil, camarada.

Cómo no aprender entonces de sus palabras, cómo no dejarme influenciar por esa sensibilidad por todos los dolores del mundo, por ese amor por cada ser humano terrestre.

Gracias a la poesía de Pablo Neruda pude conocer los horrores cometidos durante la Guerra Civil Española, gracias a él, conocí la historia de América a través de la grandiosa epopeya llamada Canto General y al libro Las uvas y el viento. Gracias a su poesía siento la fuerza para siempre mantener mi voz de protesta.

Y dentro de mí, escucho este poema siempre. Este poema que no me deja olvidar que este mundo es de todos: mío, tuyo, suyo, de nosotros. Este poema se llama «El barco»:

Pero si ya pagamos nuestros pasajes en este mundo
¿por qué, por qué no nos dejan sentarnos y comer?
Queremos mirar las nubes,
queremos tomar el sol y oler la sal,
francamente no se trata de molestar a nadie,
es tan sencillo: somos pasajeros.

Todos vamos pasando y el tiempo con nosotros:
pasa el mar, se despide la rosa,
pasa la tierra por la sombra y por la luz,
y ustedes y nosotros pasamos, pasajeros.

¿Entonces qué les pasa?
¿por qué andan tan furiosos?
¿a quién andan buscando con revólver?

Nosotros no sabíamos
que todo lo tenían ocupado,
las copas, los asientos,
las camas, los espejos,
el mar, el vino, el cielo.

Ahora resulta
que no tenemos mesa.
No puede ser, pensamos.
No pueden convencernos.

Estaba oscuro cuando llegamos al barco.
Estábamos desnudos.
Todos llegábamos del mismo sitio,
Todos veníamos de mujer y de hombre.
Todos tuvimos hambre y pronto dientes.
A todos nos crecieron las manos y los ojos
para trabajar y desear lo que existe.

Y ahora nos salen con que no podemos,
que no hay sitio en el barco,
no quieren saludarnos,
no quieren jugar con nosotros.

¿Por qué tantas ventajas para ustedes?
¿quién les dio la cuchara cuando no habían nacido?

Aquí no están contentos,
así no andan las cosas.

No me gusta en el viaje
hallar, en los rincones, la tristeza,
los ojos sin amor o la boca con hambre.

No hay ropa para este creciente otoño
y menos, menos para el próximo invierno.
Y sin zapatos ¿cómo vamos a dar la vuelta al mundo,
a tanta piedra en los caminos?

Sin mesa ¿dónde vamos a comer,
dónde nos sentaremos si no tenemos silla?
Si es una broma triste, decídanse, señores,
a terminarla pronto,
a hablar en serio ahora.

Después el mar es duro.

Y llueve sangre.

Queridos amigos, yo, a mis 26 años, no he perdido la esperanza. La esperanza es algo que me nace cada vez que leo los versos de Neruda, porque si bien allí encuentro denuncia, también encuentro a un hombre como nosotros, a un hombre que se preocupó, que lloró como nosotros, pero no se rindió, sino que su vida fue un combate constante contra la injusticia y el desamor. Si él pudo, nosotros también.

A todos ustedes me dirijo: lean a Neruda y recobrarán la esperanza, lean a Neruda y querrán levantarse y hacer, lean a Neruda y querrán escribir poesía y por lo tanto desplegar belleza, que tanta falta nos hace. Yo creo que así lograremos algo, un pequeño cambio al menos y habremos aportado a este mundo. Y como dijo el Poeta: «Y cuando esté recién lavado el mundo / nacerán otros ojos en el agua / y crecerá sin lágrimas el trigo».

Lima, 2 de diciembre del 2011




*El título original de la ponencia fue La influencia de Neruda en la juventud peruana.

**Licenciada en Periodismo y estudiante de Lingüística de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Es Responsable de Prensa, Difusión y Comunicaciones de la Asociación Una Biblioteca para mi Pueblo. Nerudiana de corazón. Es una joven coleccionista de las primeras ediciones de los libros de Neruda y de todo lo que se escribe sobre él. Durante el 2011 hizo su primer recorrido por las tres casas de Pablo Neruda en Chile: La Sebastiana, La Chascona e Isla Negra, y se entrevistó con personajes que conocieron al Poeta.
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