El restaurador Guillermo Núñez en acción, encabezando el taller de Restauración de libros y documentos que dicta en la Escuela de Bibliotecología de la UNMSM. |
Restauremos nuestro patrimonio cultural:
los libros
Por Grace Gálvez Núñez
Pocos sabemos acerca del significado y la importancia de la Restauración de libros, o sobre la falta que nos hacen profesionales en la materia que se encarguen de los miles de libros y documentos antiguos que tenemos, por ejemplo, en la Biblioteca Nacional y en las decenas de conventos del Perú.
«Hay muchísimo que restaurar. El Perú es un país privilegiado en patrimonio documental», me dijo el restaurador de libros y documentos, Guillermo Núñez Soto, quien con sus 30 años de experiencia me ilustró respecto a esta labor filantrópica que logra recuperar parte importante de nuestra historia.
Pero primero entendamos qué es la Restauración. Según Salvador Muñoz[1], es una actividad que consiste en devolver algo a su estado original o auténtico. Y detalla que la Restauración se ocupa de los objetos que mejor simbolizan una cultura, una identidad y unos sentimientos personales o colectivos.
En nuestro país existen verdaderas joyas bibliográficas que necesitan urgente recuperación. ¿Con cuántos restauradores contamos? A decir de Núñez, sólo tenemos cinco profesionales aptos. Sin embargo, la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, a través de su flamante Escuela de Conservación y Restauración, incluirá al papel dentro de sus especialidades.
Y son profesionales en la materia a quienes más necesitamos. «Muchas veces gente con buenas intenciones cree restaurar, pero lo que hacen es mutilar los libros o desnaturalizarlos», explicó Núñez Soto respecto a los encargados de algunas bibliotecas del Perú, quienes usan hasta cinta adhesiva para «reparar» libros rotos.
En ese sentido, el experto manifestó que «hay que crear conciencia del valor de los documentos y de los libros, que las personas que trabajan en bibliotecas sepan realmente que lo que tienen en sus manos es patrimonio cultural, no es cualquier objeto. Y existe la obligación de que ese patrimonio cultural llegue a otras generaciones, a las generaciones que nos suceden».
De otro lado, no pude evitar preguntarle respecto al futuro de los libros. Para el especialista, seguiremos comprando libros, los cuales convivirán con la tecnología por muchos años más. «El libro te atrapa y tiene la ventaja que lo puedes tomar en cualquier momento y en cualquier lugar. Además, el libro te permite dosificar tu lectura y marcar la página en que te quedas (…). No es igual leer El Quijote en versión impresa, que leerlo en la pantalla». Es verdad.
Y para nosotros, lectores y usuarios ¿cómo debemos tratar a nuestros libros? «No deben hacerles rayados de todo tipo, el uso de resaltadores los malogra. El estudiante tiene que querer a sus libros. Lo que pasa es que se ha perdido mucho el hábito de la lectura, muchos estudiantes no ven en el libro un objeto preciado, sino lo ven como algo pesado que los obligan a leer. Eso hay que cambiar», recomienda el restaurador.
Quiero terminar citando a Muñoz: «La historia humana está plagada de destrucción. Los bienes culturales, por el hecho de serlo, pueden convertirse tanto en objetos de Restauración como en objetos de destrucción igualmente deliberada». No más destrucción. ¡Larga vida a los libros!