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28 de marzo de 2013

Las cometas ya no vuelan*


Por Miguel Angel Villanueva

En Lima, agosto se caracterizaba por ser el mes de las cometas. Durante mi niñez, adolescencia e inicios de mi juventud, el mes más frío del año se convertía en una fiesta en los cielos: uno elevaba la visión durante las tardes y un sinfín de cometas de los más diversos modelos (barriles, pavas, aviones, águilas) volaban coloridas e imponentes.
Esta sana y divertida actividad limeña prácticamente ha desaparecido. Al menos es lo que se siente y se pude apreciar. Parece ser que la tecnología y las redes sociales están acabando con muchos juegos tradicionales y populares que se vivieron hasta hace poco.
¿Quién no ha volado una cometa en alguna ocasión? Recuerdo cuando mi madre las hacía y les colocaba una cola hecha de pedazos de trapo viejo, el mismo que servía para mantener el equilibrio una vez que ya estuviera elevada.
Pasar horas con la cometa en los aires, tratar de controlarla y no dejarla caer era sin duda todo un desafío para mí.
Si nos vamos al otro lado del mundo, a Japón para ser exactos, esta tradicional diversión continúa aún vigente por más de 400 años, desde el periodo Edo. Hay que destacar y recalcar que en Nihon se vuelan cometas para expresar la felicidad. Hace falta un buen punto para poder aprender y volver a realizar esta actividad en Lima. 
Japoneses de diversas edades y sexos participan y gozan de este pasatiempo entretenido. Muchas de las cometas resaltan por su gran belleza.

Un poco de historia
Tetsuya Kishida, de 82 años, se dedica hace cuatro décadas a hacer cometas de manera profesional. Las cometas japonesas tradicionales están hechas de bambú y papel japonés (washi) y tienen mucho éxito, pero existe una mala noticia: quedan pocos artesanos que las fabrican.
Kishida es un maestro de las «cometas Edo». Él tiene mucha popularidad porque transmite ese gusto por lo antiguo y por su observación en los detalles de las varillas, así como por la belleza de los modelos, lo cual es resaltado por el Consulado de Japón en España.
Tetsuya Kishida construyó en una ocasión una cometa que llevaba su nombre. «Tiene estilo y es de buen gusto, es que quería mostrar mi vanidad a fijarme hasta en la parte posterior, como diciendo que la parte delantera no lo es todo», afirma sonriente.
Él tarda aproximadamente un mes en construir cada cometa. Kishida quiere que la mayor cantidad posible de personas aprecie el atractivo de estas cometas artesanales. Es por ello que ha viajando a Katar, China y otros países para presentar las cometas japonesas.
A continuación, mencionaremos algunos de los festivales más importantes de cometas en Japón. Las más famosas son las cometas gigantes. Cada festival tiene su propia historia, su fascinante cultura.

Festival de Cometas de Hamamatsu
Tiene su origen durante la Era Eiroku (1558 hasta el año 1569), para celebrar el nacimiento del primer hijo de Iiwo Buzenn-no-Kami, señor del castillo de Hikuma. Una gran cometa con el nombre del recién nacido, Yoshihiro, voló por los aires.
En el mes de mayo se organiza el Festival de Hamamatsu, al que llegan personas de más de cien diversas ciudades para participar con sus cometas decoradas con el emblema de cada pueblo que participa.
Más de 50 hombres son necesarios para poder maniobrar la cuerda de esta clase de cometas. Cada ciudad participa en la lucha, que consiste en cortar la cuerda y derribar las cometas de las otras ciudades, hasta que queda una sola vencedora. Hay siete clases de tamaños de cometas machijirushi. Un cuadrado de dimensiones que van desde los 1.5 metros hasta 3.6 metros, con una cola de cuerda de 15 a 20 veces el tamaño de la cometa.

Ciudad Sagami
La ciudad de Sagami en Kanagawa, celebra su festival de cometas a orillas del río Sagami, también en mayo y desde 1830. La Sagami ohdako (‘cometa gigante de Sagami’), con un precio que supera el millón de yenes, es la estrella del festival. Su longitud es de de 14.4 metros de lado y 880 kilos de peso. Se necesitan un viento muy fuerte para que vuele sin inconvenientes y casi cien personas para controlarla en el aire.

Ciudad Ikazaki
Esta es una ciudad localizada en la prefectura de Ehime, en la Isla Shikoku. El festival que se celebra en esta ciudad tiene una historia de 400 años, por el Kodomo no Hi o Día de los Niños, en mayo. El tamaño de las cometas que se vuelan en Ikazaki es de tres metros de ancho por cuatro de alto. Y es normal que se vuelen más de mil cometas, todas luchando entre ellas. ¡Como para no creerlo!
Así como estas ciudades, existen aún más en Japón, en donde el tradicional evento se mantiene a pesar de los años. Otra cualidad más que aprender de Japón, país que va a la vanguardia de la tecnología, pero que, a pesar de ello, no «encierra en el baúl» las viejas y tradicionales costumbres que aquí en Lima, por ejemplo, se están extinguiendo.

*Artículo publicado en la segunda edición de la revista Bunkasai, publicada por el diario Perú Shimpo en marzo del 2013.

12 de marzo de 2013

Angélica Sasaki: "La mesa y la comida unen"*


Por Grace Gálvez Núñez

Apenas se abre la puerta, un delicioso olor a comida casera invade mi olfato. Inmediatamente se me hace agua la boca. Mi mente empieza a imaginar los más exquisitos potajes que sólo puede preparar una cocinera de la «vieja guardia». Entrar a la casa de Angélica Sasaki es como mágico: excelente comida, gratísima conversación. La combinación perfecta.

Resumir la historia de Angélica Sasaki será difícil, pero lo intentaré: es la segunda de seis hermanos, cuando terminó el colegio fue enviada a Japón a aprender «todo lo que una señorita debe saber antes de casarse», cocina incluida. También aprendió a cocinar viendo a su suegra. Comenzó su larga carrera de maestra dando clases de cocina a sus amigas. Luego se convirtió en la ama del microondas y enseñaba su uso a cientos de personas, contratada por distintas tiendas. Hasta que Teresita Ocampo la descubrió y se la llevó a su programa de televisión. Allí se quedó alrededor de ocho años. Después continuó con Lola Vilar, Erika Stockholm y Lorena Caravedo. Y aún no para: actualmente es profesora a tiempo completo del Instituto Gastronómico D’Gallia.
A continuación, conoceremos sus impresiones sobre la cocina peruana contemporánea y la afamada comida fusión.


Luego de haber trabajado con Teresa Ocampo, ¿qué opina de los programas de cocina actuales?

En esa época Teresita Ocampo era muy didáctica, ella te enseñaba, te decía el porqué de las cosas, era la cocina clásica, la de antes, la que servías en plato grande, servías completo. Ahora ya es cocina moderna, la respeto, aunque me gusta por partes. A mí me gusta, por ejemplo, que si comes puré sientas sabor a papa y que se vea como papa, no como ahora que salen como unas espumas y te dicen que eso es papa. Claro, lo pruebas y tiene el sabor, pero no le ves la forma. El disfrutar de antes y el disfrutar de ahora es distinto.


¿La comida tradicional se ha perdido?

Perdido no, transformado sí. De la guardia vieja ya quedamos pocas, las que servimos bien. Los restaurantes que sirven como debe ser también son pocos. Ahora está de moda el menú degustación, el que te saca las cosas por cucharitas. Lo veo elegante, pero no siempre me gusta.


¿Es más fácil cocinar ahora que antes?

La diferencia de ver ahora la cocina moderna, lo que ves en televisión, todo lo que es sofisticado, son cosas que los cocineros han simplificado tanto. Es que están saliendo cosas hechas. Yo enseñaba, por ejemplo, lo que es hacer un fondo, un caldo, pues todo lo sazonas con eso. Ahora no, ahora hay caldo en polvo, sale de diferentes sabores: con sabor a huevo, a verdura, a carne… ya el cocinero tiene menos trabajo, pero a la hora que pruebas no es lo mismo.

Dicen que la cocina va a regresar al slow cook, o sea la cocina lenta; pero creo que mientras las mujeres lleven el ritmo que están llevando ahora, profesionales, que está muy bien, no creo que la cocina llegue a ser la de antes. Aunque ahora los hombres están empezando a cocinar. De 20 alumnos por clase, 18 son hombres. Quizá prefiero hombrecitos porque tienen fuerza, por la sarteneada, las ollas… tú a un hombre puedes tenerlo cinco horas pelando y picando. Aunque cuando entran a la cocina seria, hombres y mujeres son igualitos.


¿Qué opina de la comida fusión?

A los chicos del instituto les aconsejo: «fusión no trabajes todavía, trabaja dos o tres años y luego entra a fusión, porque primero son las bases. Si no las conocen y practican, lo que van a hacer es confusión».

Ahora te sacan cosas rarísimas, pero que tampoco se pueden satanizar. Por ejemplo, cuando comenzaron a salir los makis acevichados… ¡ag!… ¿eso cómo será?, decía. Dentro de mi cabeza no entendía. Pero un día lo fui a probar para hablar con propiedad, y me gustó. La combinación me pareció buena.

Cuando a los chicos les digo que no comiencen a hacer confusión, es porque ahora quieren mezclar todo, pero tienen que aprender primero.


¿Qué restaurantes frecuenta?
A mi edad, la pizza ya no la como. Hamburguesas menos, a pesar que salieron las de kobe. Todos los restaurantes que están haciendo ahora son para gente joven. Para gente mayor ya no. A los restaurantes japoneses sí voy: el Zen está muy bueno, Toshiro sigue bueno y ha abierto Mesa 18 que también está muy bueno. Tenemos buenos restaurantes. 
Hajime también, muy bueno ese chico, esa es la nueva generación porque Hajime ya viene a ser tercera generación (sansei). Hay chicos muy muy buenos que han tenido que salir al extranjero para aprender. Es cocina moderna lo que están haciendo, pero cocina moderna con clase, con estudios, no es que de casualidad mezclo esto con esto. Ellos saben qué no se combina.


¿Tiene algún plato favorito?

No tengo plato preferido, como de todo. Por ejemplo, mis amigos no me quieren invitar porque dicen: «Qué cosas ricas estarás acostumbrada a comer» y piensan que los voy a criticar. Pero no es tanto la receta, sino el cariño que le pones. Creo que todas las personas que cocinan con cariño y tranquilidad, logran un sabor distinto y delicioso.


¿Ninguno de sus hijos ha heredado su profesión?

No, pero a todos les gusta comer bien. «Obaachitan, ¿qué comemos en la noche?, me preguntan. Son de buen diente y me gusta cocinar, ver cómo se sientan, cómo se les ilumina la cara cuando comen… se conversa, se ríe, creo que eso es lo mejor.


¿Qué mensaje nos dejaría por Navidad?

Deseo que todos estén pasando una linda Navidad, tranquila, porque lo que todos queremos es paz, tranquilidad y un Año Nuevo próspero por todos lados. Deseo que tratemos de ser mejores, tolerantes.

Finalmente quiero aconsejarles a mis amigas y amigos que la mesa une, la comida une, el enemigo puede sentarse en la mesa y la comida siempre traerá paz y tranquilidad.

*Entrevista publicada en diciembre del 2012 en el diario Perú Shimpo. Fotos: Miguel Angel Villanueva.
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