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11 de febrero de 2013

El humanismo de Neruda*

(Esta ponencia fue presentada en el Simposio Pablo Neruda: a 38 años de su muerte el 2 de diciembre del 2011 en el auditorio principal de la Derrama Magisterial)

Por Grace Gálvez Núñez**


El título de mi ponencia, La influencia de Neruda en la juventud peruana, se orienta a explicar cómo el Poeta influenció en una joven peruana, en mí, y en cómo habría influenciado también en otros jóvenes como yo; pero más aún, se orienta a difundir entre todos los jóvenes aquí presentes el legado de este fecundo autor.

Es por ello que a lo largo de mi exposición hablaré sobre el humanismo de Neruda e intentaré adentrarme en sus almas para que sientan lo mismo que yo siento cuando leo a este Poeta, que dedicó su vida entera a entregar al mundo una voz, un grito, una caricia, un hombro: la poesía.

Yo conocí a Pablo Neruda a los nueve años, cuando mi hermana mayor trajo a casa una tarea escolar. Ella debía recitar el Poema 20 y practicó tanto conmigo, que yo también me lo aprendí de memoria.

«Puedo escribir los versos más tristes esta noche…». Y más adelante: «es tan corto el amor y es tan largo el olvido…». ¿Cómo va a ser tan corto el amor y tan largo el olvido? Estos versos penetraron tanto mi corazón y llenaron de preguntas mi cabeza.

Entonces me dije a mí misma, si hay un Poema 20, deben haber otros 19 y me empeciné en obtenerlos. Este fue el primer libro de Neruda que obtuve, costó un sol y algunos poemas están incompletos. No importó. Empecé a leerlos uno a uno. Y comencé: «Cuerpo de mujer / blancas colinas / muslos blancos / te pareces al mundo en tu actitud de entrega / mi cuerpo de labriego salvaje te socava / y hace saltar al hijo del fondo de la tierra…». ¿Qué es labriego?, ¿qué es socava? Este libro aún tiene estas y otras palabras marcadas que luego busqué en el diccionario.

Y seguí y finalicé con la «Canción desesperada». ¡Cuánto amor! ¡Cuánto desamor! He leído tantas veces ese libro y se sigue manteniendo fresco.

Así fue mi inicio. A partir de allí quería leer más de él, de Neruda. Así me encontré luego con los libros Cien sonetos de amor y Los versos del Capitán y sus poemas «La reina», «Bella», «Tus pies», «Tu risa»:

Quítame el pan si quieres,
quítame el aire,
pero no me quites tu risa.
No me quites la rosa,
la lanza que desgranas,
el agua que de pronto estalla en tu alegría,
la repentina ola de planta que te nace.
Mi lucha es dura
y vuelvo con los ojos cansados a veces de haber visto la tierra que no cambia, pero al entrar tu risa sube al cielo buscándome
y abre para mí las puertas de la vida.
Amor mío, en la hora más oscura desgrana tu risa,
y si de pronto ves que mi sangre mancha las piedras de la calle, ríe,
porque tu risa será para mis manos como una espada fresca.

Me encontré aquí con un Neruda que ya no sólo cantaba a la amada para expresar su amor y su pasión, sino que mezclaba ambos sentimientos con la lucha, una lucha que yo aún no comprendía.

¿Quién era esa mujer que provocaba en el Poeta la inspiración y la fuerza para seguir luchando? ¿Qué guerras libraba y contra quién peleaba? Resolví que para responder a mis preguntas, debía leer su autobiografía a la que tan certeramente tituló Confieso que he vivido.

Y me lo confesó todo. Era Matilde, Matilde Urrutia, la musa de aquellos versos, su más grande amor, la mujer que acompañó a Neruda los últimos 24 años de su vida, desde 1949 hasta 1973, y que inclusive lo sobrevivió para seguir luchando por doce años más.

¿Y cuál era la lucha? Desde que Neruda nació, amó a la naturaleza, a cada insecto, a cada planta, a cada mineral, y así a cada hombre y a cada mujer sobre la Tierra. Es por ello que su poesía estuvo al servicio de todos nosotros: fue un pañuelo para las gentes que sufren y fue un arma para las gentes que luchan. Neruda combatió cual soldado durante la Guerra Civil Española con su libro España en el corazón, Neruda cantó a la revolución Cubana con su libro Canción de Gesta, Neruda denunció las guerras y a los dictadores en sus decenas de libros y en sus innumerables poemas.

Y, como consecuencia de ese compromiso con su pueblo, el Poeta escribió en sus Memorias lo siguiente [cito]: «A fines de 1943, cuando volví a Santiago, vi que el país no había cambiado. Campos y aldeas dormidas, pobreza terrible de las regiones mineras y la gente elegante llenando su Country Club. Había que decidirse. Mi decisión me causó persecuciones y minutos estelares» [fin de la cita]. Y lo decidió: se hizo militante del Partido Comunista de Chile.

Así lo detalla él mismo en su autobiografía [cito]: «He llegado a través de una dura lección de estética y de búsqueda, a través de los laberintos de la palabra escrita, a ser poeta de mi pueblo. Mi premio es ese, no los libros y los poemas traducidos o los libros escritos para describir o disecar mis palabras. Mi premio es ese momento grave de mi vida cuando en el fondo del carbón de Lota, a pleno sol en la calichera abrasada, desde el socavón del pique ha subido un hombre como si ascendiera desde el infierno, con los ojos enrojecidos por el polvo y, alargándome la mano endurecida, esa mano que lleva el mapa de la pampa en sus durezas y en sus arrugas, me ha dicho, con ojos brillantes “te conocía desde hace mucho tiempo, hermano”. Ese laurel de mi poesía, ese agujero en la pampa terrible, de donde sale un obrero a quien el viento y la noche y las estrellas de Chile le han dicho muchas veces: “no estás solo; hay un poeta que piensa en tus dolores”. Ingresé al Partido Comunista de Chile el 15 de julio de 1945» [fin de la cita].

Se trataba entonces de un poeta que ya no es dueño de su poesía, pues su poesía le pertenece al pueblo. De un poeta dedicado a escribir sobre las injusticias, sobre la pobreza, sobre la miseria. Un poeta que reclama, que denuncia. Un poeta que habla de los olvidados: de los mineros, de los carniceros, de los barberos, de los agricultores. Y de un poeta que tuvo que enfrentarse, a causa de todo ello, a la persecución política, al destierro y a la muerte.

Y bien se lo advirtió a Matilde desde el principio de su relación, en el poema «El amor del soldado»:

Y ahora a mi lado caminando
ves que conmigo va la vida y que detrás está la muerte.
Ya no puedes volver a bailar con tu traje de seda en la sala.
Te vas a romper los zapatos,
pero vas a crecer en la marcha.
Tienes que andar sobre las espinas dejando gotitas de sangre.
Bésame de nuevo, querida.
Limpia ese fusil, camarada.

Cómo no aprender entonces de sus palabras, cómo no dejarme influenciar por esa sensibilidad por todos los dolores del mundo, por ese amor por cada ser humano terrestre.

Gracias a la poesía de Pablo Neruda pude conocer los horrores cometidos durante la Guerra Civil Española, gracias a él, conocí la historia de América a través de la grandiosa epopeya llamada Canto General y al libro Las uvas y el viento. Gracias a su poesía siento la fuerza para siempre mantener mi voz de protesta.

Y dentro de mí, escucho este poema siempre. Este poema que no me deja olvidar que este mundo es de todos: mío, tuyo, suyo, de nosotros. Este poema se llama «El barco»:

Pero si ya pagamos nuestros pasajes en este mundo
¿por qué, por qué no nos dejan sentarnos y comer?
Queremos mirar las nubes,
queremos tomar el sol y oler la sal,
francamente no se trata de molestar a nadie,
es tan sencillo: somos pasajeros.

Todos vamos pasando y el tiempo con nosotros:
pasa el mar, se despide la rosa,
pasa la tierra por la sombra y por la luz,
y ustedes y nosotros pasamos, pasajeros.

¿Entonces qué les pasa?
¿por qué andan tan furiosos?
¿a quién andan buscando con revólver?

Nosotros no sabíamos
que todo lo tenían ocupado,
las copas, los asientos,
las camas, los espejos,
el mar, el vino, el cielo.

Ahora resulta
que no tenemos mesa.
No puede ser, pensamos.
No pueden convencernos.

Estaba oscuro cuando llegamos al barco.
Estábamos desnudos.
Todos llegábamos del mismo sitio,
Todos veníamos de mujer y de hombre.
Todos tuvimos hambre y pronto dientes.
A todos nos crecieron las manos y los ojos
para trabajar y desear lo que existe.

Y ahora nos salen con que no podemos,
que no hay sitio en el barco,
no quieren saludarnos,
no quieren jugar con nosotros.

¿Por qué tantas ventajas para ustedes?
¿quién les dio la cuchara cuando no habían nacido?

Aquí no están contentos,
así no andan las cosas.

No me gusta en el viaje
hallar, en los rincones, la tristeza,
los ojos sin amor o la boca con hambre.

No hay ropa para este creciente otoño
y menos, menos para el próximo invierno.
Y sin zapatos ¿cómo vamos a dar la vuelta al mundo,
a tanta piedra en los caminos?

Sin mesa ¿dónde vamos a comer,
dónde nos sentaremos si no tenemos silla?
Si es una broma triste, decídanse, señores,
a terminarla pronto,
a hablar en serio ahora.

Después el mar es duro.

Y llueve sangre.

Queridos amigos, yo, a mis 26 años, no he perdido la esperanza. La esperanza es algo que me nace cada vez que leo los versos de Neruda, porque si bien allí encuentro denuncia, también encuentro a un hombre como nosotros, a un hombre que se preocupó, que lloró como nosotros, pero no se rindió, sino que su vida fue un combate constante contra la injusticia y el desamor. Si él pudo, nosotros también.

A todos ustedes me dirijo: lean a Neruda y recobrarán la esperanza, lean a Neruda y querrán levantarse y hacer, lean a Neruda y querrán escribir poesía y por lo tanto desplegar belleza, que tanta falta nos hace. Yo creo que así lograremos algo, un pequeño cambio al menos y habremos aportado a este mundo. Y como dijo el Poeta: «Y cuando esté recién lavado el mundo / nacerán otros ojos en el agua / y crecerá sin lágrimas el trigo».

Lima, 2 de diciembre del 2011




*El título original de la ponencia fue La influencia de Neruda en la juventud peruana.

**Licenciada en Periodismo y estudiante de Lingüística de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Es Responsable de Prensa, Difusión y Comunicaciones de la Asociación Una Biblioteca para mi Pueblo. Nerudiana de corazón. Es una joven coleccionista de las primeras ediciones de los libros de Neruda y de todo lo que se escribe sobre él. Durante el 2011 hizo su primer recorrido por las tres casas de Pablo Neruda en Chile: La Sebastiana, La Chascona e Isla Negra, y se entrevistó con personajes que conocieron al Poeta.

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