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15 de febrero de 2011

¿Cuánto más vas a aguantar? I


COMBINAGRE

Por Miguel Angel Villanueva

Música a decibeles insoportables acrecentada por órdenes cual generales del Ejército: son los cobradores de combi obligándonos a pasar al fondo, mientras todos nos permitimos viajar como sardinas enlatadas. Soportar el manejo criminal y animal de los choferes es trabajo cotidiano. Perdón animalitos, no quise compararlos. Estoy seguro que un can, por ejemplo, manejaría muchísimo mejor si pudiera hacerlo. 

Ellos son los reyes de la pista, pero ¿en qué momento permitimos darles semejante título si estos locos del volante, a bordo de sus chatarras con llantas, destruyen la seguridad de esta hermosa ciudad? Fue el excelentísimo ex presidente y actual reo por asesinato y corrupción quien a inicios de los noventa causó esta situación que no termina y, parece, no terminará jamás.

Como ciudad hemos retrocedido en vez de avanzar. Lima, Ciudad de los Reyes, qué repugnante te ves con esta clase de transporte del infierno. La cultura del griterío se impone, simplemente porque ellos mandan. ¿Y por qué? Porque usted, amigo lector, lo permite.

Recuerdo una de las muchísimas veces en las que me enfrenté a su maltrato. Le dije al chofer que bajaba en un paradero de la avenida La Marina. Él me escuchó, mientras que el cobrador estaba agitando las monedas con su mano y cobrando en los asientos posteriores. Al verme en la puerta listo para bajar, este cobrador vociferó: «¡¿por qué no avisas dónde bajas?!». No sé de qué forma lo habré mirado, pero le dije con tono firme: «¿qué has dicho?». De inmediato su tono mandón bajó y respondió: «Tienes que avisarme hermano, para parar con tiempo».

A diario tengo que lidiar con situaciones similares. Y tengo que hacerlo, por el momento. No me queda otra. Pero debo hacer valer mis derechos reclamando y exigiendo respeto. Así existen miles de casos ya sea por estacionarse mal para recoger o dejar pasajeros, por competir con otros “reyes” del volante y poner en peligro nuestras vidas, o por querer cobrar de más y de forma grosera.

A tal punto se ha llegado, que cuando uno va a bajar nos ordenan cómo hacerlo: «Pie derecho, pie derecho», y las grandes mayorías descienden aun con el vehículo en movimiento. O también cuando queremos subir. Arrancan antes de que el pasajero haya terminado de pisar el último escalón. Y en vez de quejarse, el usuario se ríe y se sienta. Increíble.

Acabemos de una buena vez con esta situación. Reclame sus derechos y no permita que pongan la música a volúmenes superiores a los permitidos. Háganles sentir que no están en la sala de su casa. Usted paga por un servicio, tiene derecho a reclamar a viva voz. No permita que le digan: «bájate y toma otro carro». Si usted lo hace, está dándoles la razón.

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